Una lección de Pitágoras

El sabio Pitágoras, anhelando el conocimiento de las pirámides y la cultura egipcia, viajó desde la isla de Samos (Grecia) a Egipto con la esperanza adquirir el conocimiento de los grandes maestros egipcios en plena era de gloria del desarrollo moral y el crecimiento espiritual en el valle del Nilo.

Pitágoras fue rechazado tres veces por los sacerdotes: primero por los de Heliopolis, luego por los de Menfis, y finalmente por los de Tebas. Contaba con un salvoconducto escrito por el mismísimo faraón Amosis II, pero la casta sacerdotal de Egipto no aceptaba extranjeros, a pesar de sus referencias se negaron a compartir sus secretos con un visitante griego. Pitágoras animado por un temple inquebrantable, persistió varias veces, aunque observando con cautela los tiempos de espera adecuados para no resultar impertinente, ni incordiar irremediablemente a los hierofantes o sacerdotes; sin prudencia correría el peligro de ser expulsado de Egipto.

                                                                      Tebas,Egipto



Su maestro Thales de Mileto había logrado instruirse con ellos, aunque sólo en las escuelas adyacentes a los templos que a él también le habían ofrecido como consuelo. Pero no era suficiente, Pitágoras anhelaba el conocimiento escondido en el corazón de los templos, la sabiduría de lo Alto que no encontraría en las escuelas menores del exterior que poco aportaban a su ya extenso y profundo conocimiento. Su único deseo era instruirse en los templos más importantes de Egipto (el de el  Dios Ra en Heliópolis y el de Amon en Tebas). Pitágoras había oido por parte Thales de Mileto que en estos templos se veneraba la doctrina de Ikhnaton (Akenaton) que era tan avanzada que tan sólo los egipcios instruidos podían comprender plenamente sus enseñanzas basadas en la adoración del Dios único.      
Finalmente tras demostrar un gran empeño y tesón  fue aceptado por los sacerdotes de Tebas, no sin antes someterlo a múltiples pruebas e interrogatorios. Iniciado como uno más entre ellos, permaneció veinte años aprendiendo en el país del Nilo.

En el gran tesón de Pitágoras se deduce una importante lección para la era de la digitalización automática y la accesibilidad instantánea, para este mundo invadido de píxeles y pantallas. En medio de la vorágine de los bits, hemos llegado a un punto donde la información es sobreabundante y una gran parte irrelevante o falsa mientras que el conocimiento más significativo y  transcendental se ha vuelto  tremendamente escaso. Más aún, la sabiduría con grandes dosis de conocimiento incluso nos rehúye,  sólo se adquiere tras largos períodos de contemplación y estudio en donde el saber es destilado paulatinamente, y donde es necesaria la experimentación , tiempo en el que se encuentran inevitablemente las esperas, los retrasos, los errores y los obstáculos. 
La esperanza, la paciencia y la perseverancia son los nutrientes indispensable para que florezca fuerte  la sabiduría Divina, solo entonces se puede agarrar la flor sin que pinche la espina.

      Unica Mente Cósmica. 
      Fuentes:
    - El libro de Urantia.
    - Magia y símbolo en el arte egipcio (Richard H. Wilkison)
    - www.amigosdelantiguoegipto.com

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